Hay enfermedades graves, y consideradas a veces como terminales, que solamente se suelen tratar desde el ángulo de la medicina tradicional-química, la cual —por su propia naturaleza— tiene una visión bastante estrecha de la persona enferma: suele considerarla como a una enferma, en vez de como a una persona con todas sus características, y que además en su organismo aparece un funcionamiento anómalo y negativo para su vida.
Cuando una persona es diagnosticada de cáncer, no es habitual que se pare a reflexionar sobre las posibles causas de esta alteración negativa en el funcionamiento de su cuerpo. Contrariamente a esto, es conducida casi automáticamente hacia una intoxicación química de su cuerpo que en bastantes ocasiones termina con el tumor, pero en otras no lo consigue —o si lo hace vuelve a aparecer.
Hace mucho tiempo que se conoce el origen psicosomático de lo que la clase médica y la terminología popular denominan como cáncer. Es decir, que en en su raíz está al menos una de las fuertes emociones negativas que puede albergar el sentir humano, sostenida durante generalmente mucho tiempo en el inconsciente de la mente, aunque a veces también nos damos cuenta de ello:
rabia, ira, deseos de venganza, agresividad contenida o manifiesta
Los tratamientos convencionales nunca van a sanar el núcleo del problema, salvo que el intenso sufrimiento con que la persona viva su enfermedad le lleve a un nivel de consciencia tal, que tome contacto con esas negativas emociones y de alguna manera acaben disolviéndose.
Pero no es necesario sufrir tanto para lograr la desaparición de esa toxicidad emocional que muchas veces resulta letal.
En cualquier momento en el que se realice el trabajo emocional necesario, va a dar su fruto, mas el éxito es mayor cuanto menos desarrollado se encuentre el proceso de reproducción de las células cancerígenas, es decir, cuanto menor sea el daño orgánico producido ya en los tejidos, el cual es muy difícilmente reversible
Este trabajo interior de limpieza emocional, de reciclado de las emociones negativas (rabia, ira, deseos de venganza, agresividad contenida o manifiesta), no es fácil llevarlo a cabo sin la guía de un profesional experto.
Le invitamos a que considere que si esta enfermedad se ha instalado en usted, no crea que ha sido porque sí, porque le ha tocado, porque hay una estadística y está dentro de ella.
Le proponemos que tome las riendas de su curación, y —si lo que más anhela en el mundo es sanarse— lo haga desde dentro, desde su origen y causa. Y esto está en sus manos.
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