Cuando una persona se encuentra en los albores de la edad en la que su cuerpo está adoptando la forma de un cuerpo adulto, y en los momentos en que la sociedad la considere responsable por sí misma de todos sus actos, a veces la valoración que hace de su propia valía es demasiado baja.
En estos casos, puede ocurrir que el referente de valor importante en sus mismas circunstancias lo obtenga de la parte menos valiosa —pero más cotizada monetariamente—, de las personas por las que siente admiración: su cuerpo.
Probablemente hará lo imposible para que se vea a sí misma dotada de uno similar. Incluso barbaridades alimenticias, desde el punto de vista nutricional.
Ojalá que en algún momento de lucidez sea consciente de que su estructura de personalidad es muy endeble, y que un automóvil no puede izarlo a varios metros de altura una persona: se necesita una grúa.
Una estructura de personalidad endeble, solamente con la ayuda de un profesional de la ayuda emocional, intrapsíquica, puede reforzarse hasta que alcance la solidez y fortaleza necesarias, para que la persona que es víctima de la anorexia o de la bulimia entre en la verdadera edad adulta, y se pueda mover por ella con unos mínimos recursos como ser humano.